viernes, 1 de julio de 2011

CADI: Un exitoso programa gratuito de apoyo al desarrollo integral de la mujer, único en su tipo

Desde hace más de 18 años se viene llevando a cabo en Uruguay una experiencia sin precedentes en el campo del trabajo por la inclusión social, el desarrollo comunitario armonioso y el mejoramiento de la calidad de vida de la infancia y de las familias en situación de riesgo a causa de la pobreza y la vulnerabilidad endémica que conlleva la desigualdad.

El CADI –Centro de Apoyo al Desarrollo Integral– promueve y apoya la inserción educativa, laboral y comunitaria de las mujeres en las zonas de Casavalle y Manga, Montevideo, facilitando su formación humana, cultural, profesional y social desde la primera infancia hasta la tercera edad. Para ello se vale de programas extraescolares complementarios, absolutamente gratuitos, que contemplan las distintas instancias madurativas de la vida, partiendo desde el embarazo y la maternidad, pasando por la educación primaria y el secundario, y preparando a las adolescentes para su posterior formación universitaria, o bien favoreciendo su inserción laboral a través de programas de pasantías.

Lo que había comenzado en 1993 como un proyecto solidario humilde, que involucraba una guardería, un taller de diseño de vestimenta y otro de carpintería, y asistencia social, jurídica y médica para los más necesitados, gradualmente se fue transformando en un programa holístico, absolutamente abarcativo de todas las diferentes facetas del desarrollo del ser humano, conforme el CADI crecía y maduraba junto con la primera camada de niñas que había acogido bajo su tutela.

Así fue como, entre otros hitos de colaboración, en 2006 se firmó un convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo, en su calidad de administrador del Fondo Especial de Japón para la Reducción de la Pobreza, que posibilitó la puesta en marcha del Politécnico de Formación Laboral. Vale aclarar que el CADI no suplanta la educación formal, sino que la acompaña y fortalece. En este caso el Politécnico es el complemento perfecto del Liceo, tal como suelen testimoniar con entusiasmo muchas de sus egresadas...

Hoy es común ver a padres y madres que fueron alumnos del CADI y que incorporan a sus hijos al programa, cerrando así una parte del ciclo... Tal como lo expresa una de sus coordinadoras: “La mayor saisfacción es verlas crecer. Algunas empezaron el CAIF a los 2 años, y ahora tienen 15 y ya están en el tercer año del Liceo, y aspiran a seguir estudiando, a tener un trabajo, una familia...”. Las estadísticas revelan que el CADI ha contribuido contundentemente a disminuir los índices de deserción escolar y repitencia bajo su área de influencia.

El proceso de desarrollo diseñado por el CADI se subdivide en módulos progresivos que a lo largo de todos estos años se han ido perfeccionando a pulmón, a fuerza de prueba y error, con la ayuda del gobierno y de empresarios conscientes –cultores de la RSE bien entendida– y la colaboración desinteresada de los vecinos y de una red de voluntarios, pero sobre todo con mucha, mucha perseverancia y vocación de servicio:
  • Programa de Experiencias Oportunas: Niños recién nacidos y hasta los 2 años. Fortalecimiento del vínculo madre-hijo y de la estimulación temprana. Asistencia de madres jóvenes para antes y después del parto. Instrucción en cuanto a la alimentación, la educación y el fortalecimiento de los vínculos familiares.
  • Educación Inicial: Preescolares de entre 2 y 3 años. Se articula con el Plan CAIF (Centros de Atención Integral a la Infancia y la Familia), política pública intersectorial de alianza entre el Estado, organizaciones de la sociedad civil (OSC) e intendencias municipales, cuyo objetivo es garantizar la protección y promover los derechos de los niños y las niñas desde su concepción hasta los 3 años, priorizando el acceso de aquellos que provienen de familias en situación de pobreza y/o vulnerabilidad social, a través de las modalidades urbanas y rural.
  • Club de Niñas: Complemento escolar. Actividades educativas, recreativas y de integración familiar con el objeto de fortalecer las medidas de prevención contra la situación de calle de las niñas.
  • Club Juvenil El Farol: Su propósito fundamental es evitar la deserción, muy común en la zona de Casavalle, ya que allí no existe un liceo público, de manera que ello complica la continuidad de las jóvenes en la educación formal. Esto provoca, al mismo tiempo, que la motivación para el estudio se transforme en todo un desafío.
  • Politécnico de Formación Laboral: Es un programa de educación integral para el trabajo que surge en cooperación técnica y financiera con el BID. Se trata de tecnicaturas de tres años de duración dirigidas a chicas de entre 15 y 18 años: Atención al Cliente, Educación Inicial y Gestión Multimedia.
  • Club de Abuelas: Surge como espacio de apoyo y amistad para señoras de la tercera edad del barrio, en solidaridad especialmente con aquellas que viven solas. Algunas son abuelas de chicos que asisten al CADI, y eventualmente participan de actividades conjuntas con el Club de Niñas o con El Farol.
A lo largo de casi dos décadas unas 4700 familias se han beneficiado con estos programas absolutamente gratuitos. Laura Zanolli, Directora del CADI, expresa de esta manera cuál es el leitmotiv de la institución: “Que la circunstancia de haber nacido en un lugar, como en este caso en Casavalle, por ejemplo, no sea limitante del desarrollo de una persona. Nosotros tenemos la posibildad de darles a esos niños todas las herramientas para que se desarrollen como personas y para que logren las metas más altas a las que ellos puedan aspirar”.

Definitivamente, el CADI es un ejemplo de un modelo de gestión solidario, autosostenible y sumamente inspirador. Desde el iLab América Latina aplaudimos este tipo de iniciativas. A continuación te presentamos su video institucional, que refleja cabalmente el clima que se respira en el maravilloso entorno de colaboración que han logrado instalar entre sus beneficiarios:

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