Bien, comencemos por la Ley de Moore. Gordon Moore, cofundador de Intel, en 1965 predijo que aproximadamente cada 18 meses se duplicaría el número de transistores que podrían caber en un mismo circuito integrado. En 1975 corrigió levemente este pronóstico, asegurando que la complejidad de los circuitos integrados se duplicaría cada dos años, con una consecuente y significativa reducción de sus costos. En otras palabras, se trata de una progresión de crecimiento exponencial: cada vez habrá microprocesadores más complejos, de menor tamaño y más baratos. Las implicancias prácticas de esto son apabullantes, y superan cualquier escenario imaginado por los autores más creativos de obras de ciencia ficción...
A medida que los componentes y los materiales de las plataformas con base de silicio aumentan su eficiencia, se reduce exponencialmente su costo, y por lo tanto se tornan más abundantes, poderosos y visiblemente integrados a nuestra vida cotidiana. Los microprocesadores de hoy se encuentran en todas partes, desde juguetes hasta controladores de vuelo, pasando por sofisticados implantes biomédicos de todo tipo. Paradójicamente, una barata tarjeta de felicitación musical de hoy tiene más poder de resolución de cálculos que las computadoras más veloces de hace unas décadas atrás...
Y éste es el punto de nuestro relato en el que obligadamente Raymond Kurzweil debe entrar en escena. Ray es un científico estadounidense difícil de catalogar, licenciado en Ciencias de la Computación y de Literatura egresado del MIT, inventor, tecnólogo experto en inteligencia artificial, músico, empresario exitoso y escritor. Es famoso por sus predicciones científicas, muchas de las cuales se han verificado en el plano real con exactitud asombrosa, lo cual le ha valido el mote de "futurista", y hasta de "profeta"... Actualmente es presidente de la empresa informática Kurzweil Technologies, que se dedica a producir dispositivos electrónicos de conversación máquina-humano y aplicaciones para personas con discapacidad, y apadrina la Universidad de la Singularidad, de Silicon Valley.
Recientemente, en el Campus Party México 2011, aseguró que “La tecnología es desarrollada de manera exponencial. Poco a poco veremos la tecnología en todos lados, incluso en nosotros mismos y en nuestros cuerpos. Y veremos más ciencias, como, por ejemplo, la Biología, como tecnologías de la información”. También aludió a la Ley de Moore para fundamentar que cualquier ciencia es susceptible de convertirse en tecnología de la información. Ray invitó a los geeks concurrentes al evento a confiar más en sus conocimientos y en lo que éstos podrían aportarles a las personas, asegurando, por ejemplo, que si tenemos la capacidad de ver más allá, notaremos que no falta mucho para que alcancemos la auténtica inteligencia artificial.
Después de varios años de un estrecho y metódico rastreo de estas tendencias, Kurzweil llegó a la conclusión de que la tasa de innovación en tecnologías de la computación no crecía de un modo lineal, sino exponencial, en lógica coherencia con la Ley de Moore. Como científico multidisciplinario, también comprendió que no había razón alguna para que este tipo de crecimiento no continuara con esa misma tendencia en el siglo XXI.
En virtud de que el desarrollo en muchos campos de la ciencia y la tecnología depende de la potencia de las computadoras, las mejoras en este ámbito se trasladan automáticamente a los avances del conocimiento humano y otras ciencias sin relación directa con la informática, como la nanotecnología, la biotecnología y la ciencia de los materiales. Este crecimiento exponencial de las capacidades de los ordenadores daría lugar a nuevas tecnologías fantásticas, que estarían disponibles mucho antes de lo que la inmensa mayoría de la gente intuiría de acuerdo con sus expectativas habituales de crecimiento tecnológico lineal. "En el momento en el que un ámbito de la ciencia o la tecnología se convierte en información, se acelera y crece exponencialmente", dice Kurzweil, quien ha denominado a este concepto "Ley de Rendimientos Acelerados".
Ya hemos superado el viejo procedimiento de ensayo y error, que proporcionaba un crecimiento lineal, sumamente lento. Estamos presenciando un cambio de paradigma: ahora la salud y la biología son tecnologías de la información, y el progreso en esos ámbitos ha pasado a ser exponencial. Las TICs serán mil veces más potentes en diez años, y 1 millón en veinte años (duplicarán su potencia cada año). Ya hay ciborgs entre nosotros, reales, de carne y hueso (y también microprocesadores, por supuesto)... Según el avance de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española, un ciborg es un “Ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos”.
El ojo biónico, por ejemplo, ya es una realidad palpable. Por ahora el chip implantado en el cerebro del no vidente sólo permite percibir sombras, pero la próxima generación de microprocesadores, dentro de unos años, facilitará el reconocimiento de rostros... También ya hay disponibles diversos tipos de implantes para hipoacúsicos... A esta fusión entre la biología y la tecnología Kurzweil la ha denominado "singularidad", siendo ésta la piedra basal de toda su profusa futurología.
Los robots tendrán inteligencia emocional. Los nanobots (robots microscópicos) tendrán el tamaño de glóbulos rojos... Se podrá reprogramar genes para curar enfermedades específicas, y podremos añadirle nuevos genes a nuestro organismo para mantenernos sanos. Ray asegura que en un momento dado se sumará un año a la esperanza de vida humana por cada año transcurrido. Se ha curado la diabetes del tipo 1 en ratones a los que se les había inoculado dispositivos extremadamente diminutos. También se realizaron pruebas con microchips que detectan células cancerígenas y las destruyen.
Por ahora sólo se trata de experimentos de laboratorio con animales, pero Kurzweil pronostica que para finales de la decada de 2020 tendremos estos dispositivos circulando por nuestra sangre para mantenernos sanos desde adentro. Y en la década de 2030 tendremos estos nanobots en el cerebro, e interactuarán con nuestras neuronas. Entre los ciborgs que habíamos mencionado antes se encuentran, por ejemplo, pacientes que padecen el mal de Parkinson a los que se les ha implantado en el cerebro un dispositivo del tamaño de una arveja que sustituye las neuronas destruidas por la enfermedad.
El blog de Kurzweil, Accelerating Intelligence, da cuenta de una revolucionaria investigación de Theodore Berger y su equipo del Departamento de Ingeniería de la USC Viterbi. Desarrollaron una memoria artificial para roedores, capaz de restaurar la capacidad mnemónica a largo plazo. Berger bloqueó la habilidad de las ratas para desarrollar memoria de largo plazo, generando una disrupción del circuito generado entre dos regiones del hipocampo. Las ratas eran incapaces de recordar qué tecla presionar para obtener una recompensa. Luego los investigadores les insertaron un sistema de hipocampo artificial (una prótesis nerviosa) a fin de duplicar el patrón de la interacción entre ambas regiones. La capacidad mnemónica a largo plazo regresó automáticamente con la activación del dispositivo electrónico...
Éste es un ejemplo contundente del fantástico abanico de nuevas posibilidades que abre la singularidad en el campo de la salud: desde reemplazar la memoria perdida de un enfermo de Alzheimer hasta codificar digitalmente la memoria de alguien, de manera que ésta pueda ser guardada y que incluso sobreviva después de la muerte de su propio dueño... O, también, la increíble posibilidad de agregar un disco rígido a nuestra propia memoria y no necesitar, estrictamente hablando, aprender absolutamente nada, como señala Kevin Warwick.
¿Nos relacionaremos algún día con robots y computadoras al igual que con los humanos? En el siguiente reportaje que el periodista Eduard Punset le hizo a Kurzweil en el prestigioso programa Redes, de la Televisión Española, en 2008, el científico explica por qué está convencido de que en un plazo menor de 40 años la humanidad trascenderá los confines de la biología convencional, y ésta pasará a fusionarse definitivamente con la tecnología. Tal como ya lo habíamos anticipado, los cambios que observaremos en las próximas décadas serán espeluznantes, y superarán lo que pueda pergeñar cualquier autor de ciencia ficción, por más fecunda que sea su imaginación.
No te pierdas el segmento de realidad virtual insertado en el programa, hacia el final del reportaje. La Matrix es más real de lo que creías... Te invitamos a que reflexiones en lo siguiente: una persona con un brazo biónico, o con un implante cerebral para corregir su sordera, es humana, ¿verdad? ¿Y si en vez de un solo brazo se tratase de sus cuatro miembros, o si diez nanobots circularan por su cerebro, seguiría siendo humana? ¿Y si tuviera 5 millones de nanobots, o si sólo el 10% de su cerebro fuera biológico? ¿Dónde está el límite? ¿Cómo trazar la línea divisoria entre humano y máquina? Precisamente de eso se trata la singularidad...